Homenum Revelio -élite-

Y pese a la larga espera, la guerra nunca llegó.

La calma rodea al Mundo Mágico, la calma que precede a la tormenta. Se puede sentir en el aire, se corean melodías de sangre, dolor y lágrimas, y la espera se hace insufrible. En cada esquina se rumorean horribles crímenes que harían estremecerse, dicen, al mismísimo Godric Gryffindor. Es el preludio, un aviso lanzado con premeditación para todos aquellos que osen enfrentarse al Señor Tenebroso y su séquito de devoradores de la muerte, los mortífagos.

Infiltrados en el Ministerio, en toda institución, independientemente del valor o influencia de la misma. Pocos son aquellos con puestos importantes que no pertenezcan a las filas de Lord Voldemort. La luz que existía en el mundo se ha ido apagando, la oscuridad es la reina de todo lo que le visión alcanza, de todo lo que rodea a cada individuo. La falsa paz que existe no es más que una patraña de intranquila seguridad. Pero el espectáculo de la vida debe continuar, porque si vence el pánico y el desconcierto, la batalla podría estar perdida. La esperanza sigue viviendo en muchos corazones, aunque amenaza con esfumarse de un momento a otro. La cuotidianeidad es la mejor arma hasta el momento, pues de nada serviría replegarse, cerrar puertas y ventanas. Porque ellos están ahí. Porque cada mago, bruja, hijo de muggle o de sangre pura es una ficha en su ajedrez, una ficha que debe moverse en el sentido permitido. Porque mientras que las cosas sigan su cauce, el temor a ver la sangre derramada puede apaciguarse.

Incluso las murallas de Hogwarts han sido traspasadas. El prestigioso colegio de magia ya no es un lugar seguro. No lo es desde que ha caído a manos de los mortífagos. Bajo la dirección de Snape y los hermanos Carrow, Hogwarts se ha convertido en un lugar peligroso para aquellos nacidos como sangre sucia, sin embargo, no se les ha prohibido el ingreso por una sencilla razón : tenerlos controlados. Aquellos que ya habían cursado algún año, se veían obligados a regresar al castillo, mientras que solo los nacidos de magos podrían ingresar en el primer curso. Se les restringió los beneficios, el poder. Aquellos sangre sucia que eran Prefectos perdieron su cargo, únicamente se les permitió seguir a aquellos que participaban en Quidditch, pues las bludgers serían su castigo.

De forma paralela al resurgimiento del Ejército de Dumbledore, en las mazmorras un nuevo grupo se alzaba, los Caballeros de Walpurgis. ¿Su objetivo? Sembrar el caos, el desconcierto, la desconfianza. Hacer que hasta se dude de la sombra de uno mismo, y cuando todo esté preparado, asestar un golpe que libere al colegio de la carga que supone la sangre sucia. Hogwarts pertenece a los Walpurgis, jóvenes reclutados con cuidado que se encargan de hacer de lo que había sido un hogar, una pesadilla.